MELANCOLÍA -CAP. 16: Solo eres mía.

-¿Dónde estuviste?—Preguntó Antonio muy furioso
-En casa de Isabela—Respondí asustada.
-¿Sí? Fui a buscarte y me dijeron que estabas en la casa de tu ex.
-Estuve como él pero solo para saber…
-¡CÁLLATE! TÚ SOLO ERES MÍA, ¡NO TIENES POR QUÉ VER A NADIE!, ¡ME PERTENECES!
Interrumpe, no lo reconozco. Tiene los ojos muy abiertos, respira muy agitado se acerca a mí y grita:
-¡MALDITA PERRA, ERES SOLO MÍA!
-No soy un objeto Antonio, relájate, podemos hablar—Trato de calmarlo pero él reacciona como un psicópata.
-¡HABLAR DE QUE ZORRA!, ¡HABLAR DE QUÉ!, ¿DE CÓMO TE ACOSTASTE CON ÉL?
Se acerca cada vez más, me besa a la fuerza y acaricia mi cuello repitiendo en voz baja “eres mía, solo mía…”
-¡NO, NO LO SOY! –Lo empujé y al caer golpeó su cabeza en la esquina de la mesa.
-¡AGR! ¡ESTÚPIDA PERRA!—No puedo contenerlo hay mucha sangre corriendo en su cuello, sostiene mis brazos con mucha fuerza y me tira a un sofá. Empieza por quitarse la correa de los pantalones, creo que me golpeará con ella pero ¿qué hace? Se quita los pantalones e intenta quitarme la ropa y me resisto.
-¡Suéltame asqueroso cerdo!
-SI NO QUIERES POR LAS BUENAS, LAMENTO QUE TENDRÁ QUE SER POR LAS MALAS—Dice con una sonrisa enfermiza en el rostro, toma a correa y… como un salvaje sin corazón golpea y golpea, grito, pido auxilio pero nadie me escucha—PERRA DE MIERDA NO TE RESISTAS, NO LO HAGAS MAS DIFÍCIL!—Hecho un monstruo rompe mis prendas despojándome violentamente de ellas,  alcanzo a ver moratones y arañazos en mis piernas, él se quita la camisa.
-Así me gustas, calladita y dispuesta—con ambas manos estruja mis pechos, duele mucho, pasa su lengua por todo mi cuerpo, es asqueroso… esa noche fui violada.

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